martes, 3 de septiembre de 2013

Blindmaiden.com

Blindmaiden.com 

historias 

Tal vez se trate solo de eso, de una nueva Leyenda Urbana, pero de no ser así, nos encontrariamos ante un suceso escalofriantemente desconcertante que nos llevaría, una vez más, a la terrible conclusión de que no existen límites ni fronteras para el horror. Un horror que se adapta camaleónicamente a los tiempos y se vale de todos sus eventos para manifestarse ante nosotros. 

Son muchos los que cuentan haber entrado en una página web llamada www.blindmaiden.com (blind maiden significa doncella ciega). Normalmente,si pretendes acceder a ella, por más que lo intentes, tu explorador no te lo permitirá y aparecera otras cosas ya que para hacerlo deberás cumplir tres condiciones. 

Encontrarte completamente solo,hacerlo exactamente en la medianoche de un dia sin luna y tener apagadas todas las luces de la casa. Entonces,solo entonces se te permitirá el acceso. 

Una vez dentro, enseguida tras un impactante viaje por las imágenes que ofrece, sin necesidad de que nadie te explique nada, comprenderás, como dice el slogan de presentación de la página, que estarás ante 'una experiencia real de horror absoluto'. Tendrás que emplear tus cincos sentidos y poner especial cuidado en no clickear, ni por error, el botón de 'Aceptar' en participar activamente en la experiencia. Si asi lo hicieses seria tu fin y quedarias transformado en una imagen más del amplio archivo de incautos que, antes que tu, osaron, tal vez incrédulos, tal vez curiosos, a probar esta experiencia. 

Pero ¿que es lo que se supone que ocurre una vez que haces clic sobre aquel botón? Para tu sorpresa y horror observarás en tu monitor como una siniestra silueta se pasea... por tu propia casa!!! Querrás despertar de lo que desearás que sea una pesadilla cuando veas como ese espectro se acerca y entra en la misma habitación en la que te encuentras... te verás en tu monitor a ti mismo,de espaldas... entonces sentirás su presencia detrás de ti... te girarás no pudiéndolo soportar más y... lo último que verás, antes de morir, será el rostro de la doncella ciega que, despiadadamente te arrancará los ojos... 

Como he dicho al principio, a mi, no me consta que sea verdad, y sinceramente, no pienso comprobarlo... si, lo reconozco, me da mucho miedo... pero yo les paso el reto a ustedes. ¿Te atreves a comprobarlo? ¿Se trata de una Leyenda Urbana, un montaje? ,o una terrible realidad... 


The Grifter (con el mismisimo video muajajaj) 

"Lo postearon hace unos años, en el 2007 o el 08 bajo un link extranjero, con el OP (Original Poster) que posteó el link diciendo qué jodido estaba. 
Era realmente borroso, y de lo que puedo recordar, mostraba cosas extrañísimas, como una bañera llena de gusanos, pinturas antiguas derritiéndose, bosques, colores parpadeantes, texto en un lenguaje diferente (de lo que recuerdo), todo mientras una extraña voz tocaba lo que sonaba como un murmullo extraño, si es que han visto el video de 'there is nothing', similar a la misma voz, pero más indistinguible. 

Entonces se volvió un poco menos borroso, y había un video de un pequeño perrito siendo agarrado por el cuello, retorciéndose de dolor pero con gritos similares a los de un niño... luego mostró una guardería, con muchas cunas, todas con niños adentro, muertos. 
La cámara se acercó a una de las cunas y uno de los recién nacidos se levantó un poco, comenzó a llorar y sangrar de los ojos y boca. 
Luego otra toma de un sótano (como a linicio), con una mano deforme desapareciendo en un charco de sangre. Luego mostró más texto (alguien 'dijo' que el texto significaba 'tu raza es una que está muriendo'), con la imagen de una planta pudriéndose con rapidez, close ups de cadáveres. 
Y puedo describir que tenía casos de posesión demoniaca y exorcismos que claramente nunca han sido vistos fuera del país de origen de la cinta. Mientras esto pasa, la voz que habla calmadamente, comienza a gritar de dolor y sufrimiento, algo sumamente aterrador. Luego regresan los murmullos, como de una radio con mala recepción, a lo largo del video." 







link: http://www.youtube.com/watch?v=koBdTGu58Wc 

El suicidio de calamardo

El suicidio de calamardo 

relatos 

no, no debía pasar de nuevo, no después de aquello de la otra vez... 
No se como voy a aguantar esto, es mas fuerte que yo, aun así les contare y luego... no se, tal vez necesite ayuda psiquiátrica y psicológica... 

Tardamos en recuperarnos aquellos que vimos el episodio del Suicidio de Calamardo, soñaba todas las noches con aquellos niños, siendo descuartizados y desmembrados... Lo cierto es que luego esas imagenes se borraron de mi mente, y tenia el recuerdo de aquel episodio como una pesadilla lejana... 

Hace un par de días estábamos con algunos internos esperando la llegada de un episodio para corregir el sonido y esas cosas, eramos casi todos los que estuvimos aquella vez, presenciando aquel terrible episodio. Excepto por uno o dos, que renunciaron y jamas supimos de ellos otra vez... 

El episodio llego y leí el titulo, se llamaba "Krusty party", lo que no note pero notaria después es que esa etiqueta estaba superpuesta sobre otra... 


Prepare los equipos y coloque el Cd, y cuando estábamos todos alrededor de la pantalla puse Play, empezó la presentación común de todos los episodios, y todo parecía normal, hasta que llego a la parte en la que el pirata del cuadro se rie al final, lo que paso es que el pirata no se rió, sino que dijo: "No hay cosa pero que el dolor", en una voz irreconocible. Nos sorprendimos mucho, e incluso uno lanzo un grito, sin embargo decidimos seguir viendo el video, el episodio se llamaba "Suicide squidward, Part 2.". 

El capitulo empezaba con una vista a Bob Esponja durmiendo, se lo veía mal dibujado y la animación se cortaba un poco, el sonido de los clásicos ronquidos fue sustituido por ronquidos reales. Estuvo la cámara mostrando por un minuto a bob esponja dormido cuando se vio un destello blanco, como si faltara un fotograma, no quería hacerlo, pero volvi atras y vi el fotograma. Era un niño, estaba atado a una silla y tenia un collar que hacia que su cabeza se pegara a la silla. Uno de los internos me dijo que sacara ya ese vídeo, sin embargo yo seguí reproduciendolo. De repente hubo un estallido, el ruido de un escopetazo, proveniente de la casa de calamardo, esto despierta a bob y se corta la animación... Se reanuda cuando bob esta saliendo de su casa, totalmente mal dibujada, una animacion muy pobre y sin sonido alguno, la animacion se corta y aparece un video. El niño atado a la silla esta llorando, y de la nada sale un hombre con un taladro, el hombre es irreconocible, su cara esta totalmente desfigurada. Toma a una niña de detras de la cámara y la golpea furiosamente con el taladro, luego lo enciende y le perfora la cabeza. Uno de los internos se desmayo, otro vomitaba sobre el tablero, los demás, incluyéndome, estábamos mudos. 
Se corto el vídeo con una toma del niño atado gritando, y volvió a donde estaba bob esponja yendo hacia la casa de patricio, se corta de nuevo y se muestran imágenes al azar de imágenes de personas descuartizadas, fotos del holocausto demasiado gores para pasarlas en las revistas y atrocidades varias. Vuelve a la animación y se ve a bob esponja tocando la roca de Patricio, la golpea y sale patricio, todo esto hecho con una animación pobrisima y un a la cara y alejandoselo, una y otra vez... Vuelve al animación y ahora se ve a Bob y a Patricio en la casa da calidad de sonido muy mala, a patricio se lo nota muy triste y al ver a Bob dice: "Lo ha hecho, ¿verdad?". La voz que tiene es terriblemente perturbadora, es imposible saber si provino de un hombre o una mujer. Bob le responde "Creo que si, pero bueno, a todos le llega, a nosotros también". Con una voz parecida a la de patricio. 

Se vuelve a cortar la animación y se ve al niño atado gritando a todo pulmón, y al hombre desfigurado acercándole el taladroe calamardo, que es muy realista y se puede ver en las paredes cuadros de niños llorando. Llegan al cuarto de Calamardo y se ve las paredes llenas de sangre, y el cuerpo de calamardo en el suelo, la cámara lo enfoca y se cambia por el cuerpo de una mujer muerta, como si hubiesen superpuesto una foto en ese momento. Se corta la animación y ahora se ve al hombre desfigurado atravesándole la pierna al niño con el taladro, este esta desmayado, pero de repente se despierta y comienza a gritar. Vuelve la animacion y se ve a Bob tomando la escopeta de calamardo y apuntandole a patricio, se escucha una voz en off diciendo "Hazlo", Bob dispara y se ve la cabeza de Patricio volando por la habitación. Luego se corta la animacion y se ve al niño muerto, y al hombre atravesandole la cabeza con el taladro, el hombre mira a la camara, le dirige una sonrisa con lo poco que le queda de boca y rompe la camara. La ultima escena consiste en Bob sentado a la orilla de la ventana, llorando, de repente una mano lo empuja y cae hacia el suelo, cuando enfocan a Bob, esta sonriendo, en medio de un charco de su propia sangre. 
Tengo noticias de que uno de mis compañeros se suicido y dos están internados, le mostramos la cinta a la policía y dijeron que buscarían al hombre de la cinta, yo por mi parte, espero que inyectándome esta sustancia se me olviden todos esos recuerdos. 

Lamida

Lamida 


terror 

Esto paso en una pequeña ciudad de Francia, salio en casi todos los periódicos locales. Una niña de 9 años, hija única, de padres de gran influencia, tenía todo lo que hubiese querido y deseado una niña, pero con una soledad incomparable. Sus padres solían salir a fiestas de caridad y reuniones del ámbito político, y la dejaban sola. 

Todo cambió cuando le compraron un cachorro de raza grande, pasaron los años y la niña y el perro se volvieron inseparables. Una noche como cualquier otra, los padres fueron a despedirse de la niña; el perro ya acostumbrado a dormir con la niña, se ponia debajo de la cama. 

Los padres se fueron y pronto la niña se sumió en un sueño profundo, aproximadamente a las 2:30 de la madrugada, un fuerte ruido la despertó, eran como rasguños leves y luego más fuertes. Entonces, temerosa, bajó la mano para que el perro la lamiese (era como un código entre ella y el perro) lo hizo y entonces se tranquilizó y durmió otra vez. 

Cuando se despertó por la mañana descubrió algo espantoso: En el espejo del tocador había algo escrito con sangre que decía N0 SÓLO LOS PERROS LAMEN. 
Entonces dió un grito de terror al ver a su perro crucificado en el suelo de su habitación. 

Se dice que cuando los padres volvieron estaba totalmente trastornada y solo decia "¿quién me lamió?". 
Aun se busca al autor de tal aberración. 

martes, 20 de agosto de 2013

PÁNICO EN LA NOCHE

PÁNICO EN LA NOCHE 

Lo que voy a contar me sucedió en el año 2.006 cuando me trasladé a Madrid a estudiar Medicina en su universidad. Estaba buscando un piso de alquiler barato por la zona céntrica, y cuando ya lo daba por algo imposible encontré la oferta de alquiler de una habitación, en pleno centro. No tenía pensado alquilar solo una habitación, y aunque el casero era un cincuentón desagradable el precio era tan bajo que decidí aceptar hasta que encontrara algo mejor.

Me instalé a los dos días y tras pasar una semana en aquel lugar, decidí que me marcharía lo antes posible. Como sospechaba, el casero era una persona detestable, con la que intentaba hablar solo lo imprescindible, y si podía evitar encontrármelo, mejor. Sin embargo, el no era el principal motivo. Había algo en aquella casa que me inquietaba.
Era una extraña sensación que flotaba en el ambiente, y que me ponía los pelos de punta. En mi habitación, la temperatura siempre era más baja que en el resto de la casa, y por las noches me invadía una sensación de frío que me impedía dormir bien.
Todo crujía en aquel viejo caserón, y durante mis noches de insomnio podía escuchar el más mínimo sonido que hicieran los vecinos, el ruido lejano del ascensor, o el goteo de las cañerías. Me levantaba cansado y con ojeras, y apenas si podía estudiar por las mañanas de lo agotado que quedaba.
Una noche me acosté tarde después de haber pasado varias horas estudiando, y como de costumbre, no pude dormir. Me entretuve escuchando el soniquete de un lejano programa de televisión, que algún vecino tenía puesto. En aquel momento creí escuchar una respiración entrecortada, y asustado dejé de respirar de golpe. Esperé un segundo...dos segundos...tres segundos...debía haber sido mi imaginación...y entonces, la escuché de nuevo.
Era muy débil, casi un suspiro, y provenía del hueco de la cama que quedaba a mi izquierda. Me quedé paralizado como una piedra, escuchando aquella respiración entrecortada a menos de diez centímetros de mí. Tenía los ojos cerrados con fuerza, y el corazón latiéndome tan rápido que pensé que iba a darme un infarto. Una ráfaga gélida me recorrió el cuerpo entero, y me puse a temblar de forma incontrolada.
Aquello no podía estar pasándome, no debía ser real y sin embargo estaba ocurriendo. Aunque el pánico me dominaba logré convencerme de que se trataba de una pesadilla causada por el insomnio, y que no había nadie a mi lado. Intenté moverme, pero estaba tan aterrorizando que tuve que hacer un esfuerzo para girar la cabeza poco a poco hacia mi izquierda, y sentí como la corriente gélida me helaba la cara. Aunque el miedo me estaba corroyendo por dentro, conté hasta diez, abrí los ojos de golpe y...
Grité... grité con toda mi alma hasta desgarrarme las cuerdas bocales y hacer que mis alaridos resonaran por todo el bloque. Cuando el casero irrumpió en mi habitación yo aún estaba gritando en estado de shock. No podía quitarme de la cabeza lo que había visto... aquella mujer que me observaba con un gesto de terror indescriptible, y una mirada triste, tan triste...
El casero me hizo callar a guantadas, y logré controlarme un poco. Me extraño mucho que el casero no me pidiera explicaciones por tantos gritos; se limitó a echarme la bronca por armar ruido y se marchó otra vez a su habitación. No estoy muy seguro, pero juraría que lo noté nervioso, quizás demasiado nervioso.
A la mañana siguiente, yo aún seguía impactado por lo ocurrido por la noche, y me encontré al salir de la casa a Dolores, la única vecina del bloque que conocía, que me preguntó que tal me encontraba. Le respondí que bien, y estuvimos hablando un rato acerca del casero. Por lo visto, no le caía bien a nadie del bloque. Tenía fama de ser un maleducado y un violento, y al poco de estar hablando salió el tema de su mujer.
La pobre Carmen, la de palizas que tuvo que aguantar de ese cerdo antes de que dejarnos....Comentó Dolores
¿Como murió?.
La encontraron muerta en la habitación en la que duermes tú ahora. Dijeron que se había suicidado, pero a mi no me engañan. Estoy segura de que la mató su marido, y se las apañó para que pareciera un suicidio.
Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo y subí corriendo a la casa a recoger mis cosas. No pensaba pasar allí ni un solo día más. Cuando ya lo tenía todo listo para irme, revolviendo entre los cajones encontré una vieja foto bastante descolorida. Por la parte posterior de la foto, podía leerse en una letra bastante mala:
Viaje de Carmen a Segovia, enero de 1.987
Se me heló la sangre al verla. Era ella, no cabía duda. La mujer que había visto cuando abrí los ojos, frente a mí, con su terrorífico gesto de terror, y su tristeza abrumadora. Guardé la foto en su cajón y huí de aquel lugar corriendo todo lo rápido que pude. Por temor a que me tomaran por loco no le conté lo que me había sucedido a nadie, y nunca más volví a saber de aquel casero, ni de su difunta mujer.
Tras esta experiencia tuve varias crisis de insomnio, no podía dormir y estuve estar en terapia psicológica algunos meses. Ahora que han pasado casi dos años desde que pasó esto ya lo veo como algo lejano, que parece no haber ocurrido nunca. Sin embargo, en algunas noches frías de invierno aún me parece ver en sueños los ojos muertos de aquella mujer, y escuchar su respiración entrecortada al otro lado de la cama...

lunes, 19 de agosto de 2013

No cortes uñas en la noche.

No cortes tus uñas de noche

Todo comenzó a las 7:50 de la noche. A esa hora y en mi habitación, sólo pensaba en que al día siguiente tenía algunas cosas que hacer en la universidad, tenía un evento importante y debía estar muy arreglada para ello. Ya había acomodado mi cabello en una especie de rollo sostenido por pinzas para que cuando me levantara se mantuviera lacio y bien peinado, por lo que procedí a pintarme las uñas. Realmente en mi mente estaba repasando todo aquello que debía exponer frente a un frío jurado de directores y profesores, sólo me estaba enfocando en eso, y eso era lo único que me importaba en ese momento; pero algo que era importante en una presentación era la buena y limpia imagen. Pinté las uñas de mis manos de un color rojo, tan brillante y profundo como la sangre, ése era el color que más me gustaba. Después de eso, aún repasando en mi cabeza el contenido, miré las uñas de mis pies, las cuales estaban un poco largas para mi gusto. Odiaba tenerlas largas, no me sentía con complejo de águila, así que tome el cortaúñas y con cuidado corté cada una de las uñas de mis pies.

Fue hasta después de que las corté todas que me di cuenta de la situación…

Todo el contenido de mi exposición salió de mi cabeza dejando sólo la carrasposa voz de mi abuela resonando en ella: «Hija, no te cortes nunca las uñas de noche».

Me quedé mirando el vacío por un momento, siempre había creído en mi abuela y en sus supersticiones, y siempre había tenido en cuenta cada una de ellas, salvo por esa noche que la olvidé. Recordé cómo inocentemente había preguntado por qué era malo eso, y que la respuesta no me había gustado para nada, me había causado miedo, y eso era lo que tenía en ese momento, miedo. Suspiré mirando la pared. ¿Y ahora? Mi abuela nunca me había dicho qué hacer si las cortaba, pero sí me había dicho esto:

«Después de las 8:33 p.m., no vayas a cortar tus uñas, ni las de las manos ni las de los pies, pues después de esa hora, ese instrumento de plata estará maldito. Maldito para todo aquel que lo presione sobre su carne y sus uñas; será más afilado y más brillante, y traerá consigo algo terrorífico, algo fuera de este mundo. Recuerda esto: “después de las 8:33, corta tus uñas y vas a temer. Alguien tocará tu puerta, un regalo dejará; no lo abras hasta que amanezca, no seas curiosa. No mires hacia atrás si sientes que algo se acerca, pues el dueño de la caja piensa sorprenderte. No cortes tus uñas de noche, no, si esperas a la muerte”».

Solté el cortaúñas rápidamente y miré las uñas reposar sobre el suelo. El corazón me latía con fuerza, mi abuela no mentía nunca. ¿Y si llegaban a tocar mi puerta? ¿Y si me encontraba con una caja? ¿Justamente en ese momento tenía que vivir sola? No dejé de mirar las uñas, tenía mucho miedo, el corazón no dejaba de latirme rápidamente y sentía que algo malo iba a suceder, pero, ¡espera! No cortes tus uñas después de las 8:33. Corrí a mirar el reloj de la sala y me detuve en seco frente a él observándolo. Marcaba las ocho en punto. Cerré los ojos y solté una bocanada de aire al mismo tiempo que mantenía mi mano derecha sobre mi pecho. Lo había hecho antes de las 8:33, estaba segura, no me pasaría nada.

Repentinamente me rugió la panza, era momento de hacer algo de cenar y luego irme a la cama para estar descansada al día siguiente. Caminé hacia la cocina y encendí la televisión para mirar las noticias, fui hasta el refrigerador y saqué dos huevos para freír. Aparentemente, había habido un incidente en Colorado, algo relacionado con un tiroteo; la noticia parecía indignante, pero más indignante fue lo que dijeron antes de ir a comerciales.

«Ya que son las 8:50 de la noche, vamos a una pausa comercial».

Después de las 8:33, corta tus uñas y vas a temer…

Me quedé paralizada, el corazón volvía a latirme con fuerza y volvía a tener miedo; pero esa vez el miedo fue aún más fuerte, de aquel miedo que te ataca con tal intensidad que te impide mover tus músculos e inmediatamente cierra tus cuerdas vocales, dejándote mudo y paralizado. Habían pasado sólo unos minutos desde que miré el reloj de la sala, ¿tenía mal la hora? Suspiré y temblando un poco caminé hacia mi habitación. Lentamente llegué, con el corazón acelerado y las manos sudando. Eran las 8:50 aún. No podía ser, miré el aparato sorprendida y con algo de desesperación busqué en mi gaveta varios de los relojes que tenía. Tomé uno y lo miré, las 8:50; tomé otro y lo miré, las 8:50; tomé otro, ¡las 8:50! Sin evitar la desesperación arrojé el reloj hacia la pared haciéndolo pedazos y tomé rápidamente mi celular para llamar a mi madre. Pero después de marcar el número, algo resonó en mi cabeza: alguien tocaba el timbre. Me paralicé por completo y el teléfono se resbaló de mis manos cayendo al suelo.

Alguien tocará tu puerta…

Algo me decía que no abriera la puerta, o que la abriera, tomara mis cosas y saliera de ahí lo más rápido que pudiera, pero algo también me decía que ya era muy tarde. Lentamente cerré los ojos, apenas podía respirar, sentía el corazón latiéndome en todo el cuerpo y las manos me sudaban. Pero nunca había sido cobarde, y no podía serlo ahora; quizá era el momento de que mi abuela se equivocara y quizá estaba exagerando. Me levanté despacio y caminé, tratando de calmarme con cada paso que daba hacia la puerta. El timbre sonó tres veces y después cesó. Lentamente coloqué mi mano sobre la perilla, pensando que nada iba a pasar, que seguro era una de mis amigas o mis vecinas fastidiosas, y que nada de lo malo que había pensado me sucedería. Suspiré, cerré los ojos y abrí la puerta.

Un regalo dejará…

Había una caja. El corazón en ese momento me latió tan fuerte que lo escuchaba resonar en mi cabeza, inmediatamente comencé a llorar con desesperación, las manos me sudaron más y más, el miedo me invadía tanto que sólo quería llorar, llorar y esconderme, taparme los ojos y pensar que nada de eso estaba sucediendo, despertarme de esa pesadilla. La caja era negra, un negro perturbador e inquietante; quería patearla, pero temía empeorar las cosas. ¿Qué debía hacer? ¿Qué era esa caja? ¿Qué había dentro de ella? Eso era lo peor, lo que podría haber en su interior. Quería saberlo, ¿y si era una broma? Tenía amigas muy bromistas, pero el susto que tenía no me hacía creer que era una broma. Me incliné y tomé la caja. Estaba algo pesada, lo cual aumentaba mi curiosidad.

No la abras antes que amanezca, no seas curiosa…

No podía abrirla, quería, pero no podía. Dejé la caja sobre la mesa y fui hasta la cocina por un calmante, tomé agua y me lo tragué. Pensé por un momento que debía esperar a que amaneciera, quizá así no me pasaría nada. Sí, eso era, debía esperar. El hambre se me había quitado, sentía la casa más sola que nunca, sentía frío, sentía que cada pasillo era más oscuro de lo normal. Entré al baño y me miré al espejo; tenía el rostro rojo, los ojos llorosos, los labios pálidos, y aunque no podía verlo mi corazón seguía acelerado. Después de que me cepillé, salí y comencé a cerrar las cortinas, entonces el corazón me empezó a latir fuertemente de nuevo. Sentí como si alguien estuviera detrás de mí, parado, respirando; sentía su respiración tal y como si fuera una persona, cercana, fría. Respiraba como los sádicos que aparecían en películas. Nunca había estado tan asustada en mi vida, las lágrimas se me salían y todo el cuerpo me temblaba.

No mires hacia atrás si sientes que algo se acerca, pues el dueño de la caja piensa sorprenderte…

El dueño de la caja, ¿quién era? Sentía que alguien estaba detrás de mí, ¿qué podía hacer? El corazón me seguía latiendo con fuerza, el susto iba más allá de lo que podía imaginar. De repente lo pensé. Yo no podía morir, no esa noche, y menos así. Si no podía mirar lo que estaba atrás, tenía que escapar. Con todo el valor que pude reunir cerré mis ojos con fuerza y corrí hacia la derecha. Abrí los ojos y seguí corriendo rumbo a las escaleras, sentía cómo esa cosa me seguía, aún sentía el frío, aún las piernas me temblaban, aún sentía el miedo, y aunque corría aún lloraba con algo de desesperación. Por más que corría, eso que me seguía no se detenía; llegué hasta las escaleras aún sin voltear y fue cuando mis piernas me fallaron, y entonces caí. Rodé por las escaleras, sentí el miedo junto con el dolor. Las pinzas que sostenían mi cabello se estaban incrustando poco a poco en mi cabeza, haciéndome sentir un dolor inmenso que superaba incluso el miedo. Al final de las escaleras no dejé que el dolor me paralizara, me levanté como pude y corrí hacia la salida. Estaba desesperada, y cuando vi la puerta más cercana a mí tropecé, cayendo al suelo. Giré mi cabeza y observé: había tropezado con la caja y ésta se había volteado, abriéndose. ¿Qué había dentro de ella? Habían dedos, dedos de pies mutilados y ensangrentados, también había uñas. Pegué un grito de terror, alejándome con desesperación de ahí; sentí mi frente húmeda, estaba sangrando gracias a las pinzas que me habían lastimado. Pero más fuerte que ese dolor, fue el que sentí al observar que me faltaban todos los dedos de mis pies. Abrí los ojos de par en par y lo último que vi fue un rostro tan blanco como el papel, y unos ojos más rojos que mi pintura de uñas. Luego de eso, me desmayé.

No cortes tus uñas de noche, no, si esperas a la muerte.

Mi abuela una vez me dijo: «No cortes tus uñas de noche», y en mis años de vida siempre tuve presente eso, hasta que un día lo olvidé. La abuela nunca se equivoca. Ahora les digo a ustedes, no corten sus uñas de noche, siempre habrá un amanecer.


El sonido

El sonido

El sonido ensordecedor y titánico de un rayo se dejó escuchar por toda la habitación. Con pocos muebles, era una estancia bastante agradable a la vista de cualquier adolescente; un televisor 3D de 43 pulgadas, una litera acomodada de manera casi compulsiva, una computadora reluciente y una repisa con una par de docenas de libros encima de ella, ésta se veía un poco saturada, e intentaba sufrir en una leve curvatura. Ese día todo estaba oscuro, luces apagadas en toda la casa, incluyendo las de aquella habitación; el patio, por su parte, siempre había sido bastante grande y con varios árboles viejos que albergaban algunos pájaros, reptiles y algunas ratas gigantescas de color negro. La casa era grande, con cuatro habitaciones, una sala, la cocina y el corredor que daba a las cuatro habitaciones.

El sonido de las teclas siendo golpeadas por dedos impetuosos era lo único que se dejaba escuchar entre aquella sosegante oscuridad, seguido del clic del ratón. Allí, sentado frente a la computadora, se encontraba un chico de alrededor de diecisiete años de edad, de cabello largo, rostro enjuto y proporciones corporales delgadas, de una estatura promedio, 1.76. El muchacho movía la cabeza de manera compulsiva al ritmo de la música que escuchaba por los audífonos color negro que ocultaban por completo sus orejas; de vez en cuando, la estancia se veía esclarecida por la luz de un rayo, y la silueta oscura de los árboles se veía reflejada en la pared, como pequeñas manos que intentaban tomar al muchacho con delicadeza y sigilo.

Ensimismado en sus pensamientos, el muchacho sólo se limitaba a cantar en voz alta para romper esporádicamente el sutil silencio de la noche, y la lluvia que le acompañaba con su repetitivo silencio. El muchacho leía lo que parecía ser una historia de terror de una bestia antropomorfa, pálida y con garras afiladas capaces de desgarrar la carne de una vaca en un solo ataque. A medida que leía, conocía el modus operandi de aquel monstruo, y su forma de atacar; generalmente a las 12:29 a.m. de los días martes. El muchacho tragó un poco de saliva, pues aquel día era un martes, y eran las 12:10 a.m. Inmediatamente sacó aquellos pensamientos ilógicos de su mente, pues que una bestia del inframundo lo viniera a buscar era literalmente improbable, e imposible. Así que, se quitó los audífonos, se levantó de un pequeño brinco y comenzó a desentumecer los músculos del cuerpo para ir a tomar un poco de agua.

Caminó lentamente hasta llegar al filtro, y con un pequeño vasito de vidrio, tomó agua. Cerró los ojos, y acto seguido, escuchó un pequeño alarido, como el grito de un cerdo siendo golpeado; abrió los ojos rápidamente y miró hacia afuera, la tormenta se agravió y los árboles se mecían con una fuerza increíble, como si un dios furioso estuviera golpeándolos. Esa vez escuchó un golpe en la pared, seguido de un árbol derrumbándose.

Rápidamente corrió hacia su habitación, pero se tropezó con la pared, y con una violencia brutal su cara se estrelló contra el frío suelo… Se levantó sacudiendo la cabeza, y al voltear, vio algo que lo hizo gritar de horror: una bestia que se sostenía en cuatro patas estaba asomada en la puerta de metal, con una mirada vacía y de ojos sin color ni vida, lo observaba con cierta curiosidad. Tras unos segundos, el muchacho racionalizó con un temor increíble, y llegó a la conclusión de que, aquello, era una persona.

El cuerpo de aquella criatura estaba encorvado, en donde se suponía que habría manos existían lo que eran patas con pezuñas afiladas. La cara estaba invertida, de modo que su boca estaba en la parte superior y sus ojos vidriosos en la parte inferior; la boca llena de colmillos afilados desprendía un olor a muerte, pues incluso a la distancia, el muchacho sentía nauseas ante aquel ser de ultratumba. El muchacho salió de su trance incorporándose entre jadeos, y comenzó a caminar en retroceso, y entre un rayo y una luz cegadora, la bestia desapareció.

El joven sintió un dolor de cabeza insoportable y contuvo el vómito en la garganta; se apresuró a correr a su cuarto, y cuando finalmente llegó a la puerta, estaba cerrada, trancada… ¿trancada? Recordó que antes de salir a la cocina la dejó entreabierta. Por unos segundos pensó que si todo aquello sería un sueño, pero otro chillido igual que el anterior lo sacó de todas sus dudas, y entre un último rayo fulminante, sus esperanzas desaparecieron al quedar totalmente a oscuras por un corto eléctrico.

El muchacho sintió unas ganas de gritar abrumadoras, de pedir auxilio; pero supuso que nadie lo escucharía entre el sonido de aquella tormenta. En un último gesto de confianza y esperanza en sí mismo, tomó un bate de béisbol y una linterna, que al intentar encender, sólo lanzó una pequeña ola de luz, antes de que cayera en cuenta de que estaba descargada. Su última esperanza era la luz natural de los relámpagos.

Caminó lentamente por el pasillo y vio una figura relativamente grande cruzando a la sala. Con manos y piernas temblorosas, se dirigió hacia allí lentamente, y cuando estaba en la pequeña estancia, no pudo ver nada, pero sintió que algo pesado se dejó caer detrás de él. Volteó rápidamente, y lo que estaba allí lanzó un chillido desgarrador, y el muchacho sintió una extraña sensación en su pantalón. Cuando intentó gritar, unas garras le desgarraron el cuello, hasta el punto de dejar su cabeza colgando de un pequeño jirón de carne sanguinolento, con los ojos desorbitados y un rictus de horror. Cayó de manera lenta al suelo, bañándolo en un icor rojizo… Aquella noche, sus gritos se ahogaron entre su propia sangre.

Cuenta la historia que aquel ser aparece la madrugada de los martes a las 12:29 a.m., con cierto clima, y después de haber leído esto…

El Diablo en el espejo

El Diablo en el espejo

Unos amigos se reunieron aprovechando las fiestas navideñas para compartir una noche de alcohol y risas a la mitad de un descampado. Como es habitual en este tipo de reuniones, sin saber cómo, empezaron a contar historias de terror y leyendas que conocían. Un par de ellos escuchaban asustados las escalofriantes historias que se contaban, pero la mayoría, que ya llevaba un par de copas de más, aprovechaban para bromear y tratar de asustar con un grito o saltando sobre los amigos cada vez que la narración hacía un silencio.

Sin embargo, cuando Alberto comenzó a contar su leyenda, todos se quedaron como petrificados:

—En Nochebuena, justamente a las doce de la noche, el Diablo hace la inspección en la Tierra, la única en el año, así que si queremos verle tiene que ser en ese mismo día a esa misma hora. Vete al baño, puesto que es el lugar más apropiado para realizar el ritual, y cierra la puerta. Enciende doce velas, negras de ser posible, apaga la luz y sitúate enfrente del espejo. Cuando quede poco para que sean las doce, cierra los ojos y mantenlos cerrados hasta que quede sólo una campanada de las doce que deben sonar. En ese momento el Diablo se aparecerá en el espejo, sólo durante un segundo.

Tras terminar su historia, nadie sabía qué decir, los envalentonados muchachos estaban realmente asustados porque sabían que con las fuerzas del más allá no se debe bromear, y la figura del Diablo siempre ha sido una de las más temidas desde el comienzo de la humanidad.

Pero para Pablo era el momento perfecto de hacerse el machito, él siempre había sido un segundón en el grupo y nadie lo tomaba en cuenta, por lo que era el momento perfecto para sobresalir:

—¡Eso es mentira y yo lo puedo demostrar cuando quieras!

Todos se giraron a mirarle, y rápidamente Alberto contestó:

—Si tan valiente eres, ¿por qué no lo probamos? Dentro de un par de días será Nochebuena, yo mismo pongo las velas. Pero si te echas atrás, te tendrás que comer las doce velitas delante de todo el grupo en Año Nuevo.

—Ok, pero si lo hago y te demuestro lo contrario, ¡quien se comerá las velas serás tú por bocazas!

El grupo se rió, y pasados unos minutos todo parecía haber quedado olvidado; pero para Alberto eso había sido un desafío a su autoridad como el líder del grupo, y no iba a quedar así. Por lo que un par de días después se presentó en la casa de Pablo con una bolsa que contenía doce velas negras, una biblia satánica que le había prestado un amigo gótico de su hermana, un pentagrama con la cabeza de un carnero y una cámara capaz de grabar en la oscuridad que su padre guardaba en uno de los armarios como si fuera de oro. Su intención era que cuando Pablo viera lo «completo» de su ritual de invocación, se echara atrás y le pidiera disculpas, pero lo que no se podía esperar era que el chico, reafirmado en su intención de hacerle comerse las velas frente a todos en la fiesta de Año Nuevo, bromeara sobre el tamaño de éstas:

—¿Qué pasa Alberto, que no las había más grandes? ¿Tanto miedo te da tragártelas delante del grupo que has ido a comprar velas de cumpleaños?

—Tú tranquilo, Pablito, que cuando te cagues del susto al menos las llamas de las velas ocultarán el olor.

Alberto entró en la casa de Pablo y sin dirigirle ni una mirada más pasó al baño de su habitación. Tal y como había visto en varias páginas de invocaciones que había encontrado en internet, colocó cinco de las velas en cada una de las puntas del pentagrama, cuatro de ellas a los lados del espejo y las tres restantes junto a la biblia satánica, que intencionadamente dejó abierta en una página en la que había una especie de invocación o ritual. La escena del cuarto de baño con el pentagrama iluminado únicamente por la luz de las velas era digna de una película de terror, y Pablo, a pesar de tener que hacerse el valiente, sintió cómo se le encogía el estómago al pensar que tenía que entrar solo para realizar la invocación.

—Bueno chaval, hasta aquí puedo estar yo en el baño —dijo Alberto con voz socarrona—. Por si te echas atrás en el último momento y abres los ojos antes de tiempo, te he colocado una cámara de vídeo. ¡Mucha suerte, espero que la historia no sea cierta porque de lo contrario no creo que lo cuentes! —dijo, intentando darle aún más miedo.

Pablo se encontraba dentro del baño con la luz apagada, faltaba menos de un minuto y ya sentía cómo las gotas de sudor le caían por la frente. Una cosa es hacerse el chulito delante de todo el mundo pero otra era encontrarse con ese escenario aterrador y disponerse a invocar al mismísimo Diablo por una apuesta. Sin embargo, reunió todas sus fuerzas para no salir corriendo, y cuando Alberto le avisó cerró los ojos.

Pocos segundos después escuchó la primera campanada del reloj que tenían sus padres en el salón. El miedo que tenía y el silencio eran tales que cada campanada parecía sonar cada vez más lento. Al tener los ojos cerrados, no percibió que con cada campanada se apagaba una vela, como si el mismo Diablo estuviera consumiendo cada una de ellas al ritmo necesario para que se apagaran simultáneamente con el sonido del reloj. Al sonar la campanada número once, tal y como le había indicado Alberto, Pablo abrió los ojos…

Alberto, al otro lado de la puerta del baño, esperaba que Pablo se echara atrás y saliera en cualquier momento, pero tras sonar la última campanada todo quedó en silencio. Llamó a su «amigo» pero no obtuvo respuesta. Ya había transcurrido más de un minuto y Pablo no salía, así que decidió abrir la puerta. Al abrirla, todo estaba a oscuras, y sólo se escuchaba una respiración ahogada en el suelo, un fuerte olor a azufre inundaba el lugar y Alberto sintió que algo iba mal. Encendió la luz del baño y se encontró al otro chico con la cara desencajada del miedo mientras se llevaba fuertemente la mano al pecho.

De puro terror había sufrido un ataque al corazón, y lo único que alcazaba a decir, era: «Lo he visto, lo he visto».

Al llegar al hospital los médicos no salían de su asombro: el corazón parecía estar bien y perfectamente recuperado, no obstante, el chico se encontraba en una especie de shock y no hablaba con nadie, salvo para repetir una y otra vez que «lo había visto».

Días después salió del hospital perfectamente recuperado, al menos físicamente, ya que nunca volvió a ser el mismo. Se convirtió en una persona asustadiza y retraída que frecuentemente se quedaba pensativo y en silencio a mitad de una conversación.

Alberto nunca se atrevió a ver lo que contenía la cinta y decidió tirarla a la basura junto a los objetos que se habían usado en la invocación. Quién sabe si algún día alguien la encontrará y podrá presenciar qué fue lo que vio Pablo antes de que se apagara la última vela. Por su parte, Pablo sabe que volverá a ver al Diablo el día en el que muera, ya que éste vendrá a reclamar su alma en persona.